Reforma, 14 de mayo de 2007
Tres reglas...
Juan Enríquez Cabot
La guerra es a muerte, con saña. No basta matar. Rara vez aparecen muchos cuerpos con mero balazo en la cabeza. No. En el mejor de los casos, aparecen cuerpos llenos de balas. ¿Para qué usar una sola bala si con 100 se divierte uno más? Son más y más comunes los cuerpos mutilados, torturados, cabezas sueltas buscando cuerpo perdido. Cabezas que llevan y traen recaditos cual sobre de mensajería.
En la última década la nota roja se volvió materia de primera plana. En el ultimo año se volvió, de manera consistente, noticia de ocho columnas. Crece y crece la violencia. Día a día se acelera la muerte. Esta guerra, igual que ocurre en Estados Unidos con la guerra de Iraq, acapara toda atención y recurso gubernamental. ¿Cómo reducir presupuesto, enfrentarse a desastre educativo, cabildear libre paso laboral fronterizo cuando no se controla la acera de enfrente?
Nuevo juego, nuevas reglas. En Michoacán se juntan izquierda y derecha para demandar mano dura. Calderón militariza y promete nunca ceder. Cárdenas Batel lo apoya y demanda más intervención, más armas, más Ejército. Bazucas y metralletas por todo Apatzingán. Soldados toman control de diversos gobiernos estatales. Pero entrando a la guerra de frente los militares pierden tradicional inmunidad. Empiezan atentados no sólo contra soldados sino también contra generales del Ejército y comandantes de la Marina. Éstas son palabras mayores. Empiezan a aparecer por ahí más cuerpos relacionados con gente cada vez más prominente. En Veracruz cuatro guaruras muertos que custodiaban a los hijos del góber del estado de México. Autoridades veracruzanas declaran "ha de haber sido una confusión". Acto seguido, por no haber entendido tan sutil mensajito, aparece una cabecita suelta en cajita con dos granadas frente a la comandancia del sexto cuartel militar en Veracruz y se asesina a un comandante de policía en Acolman, estado de México. Listísimo góber veracruzano aclara: "significa una provocación. Igual que en Sonora, Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán y Guerrero...". Mas no, hijo mío, no es "una provocación", es el inicio de la tercera guerra mundial. Por lo cual queda una sola pregunta esencial en el aire... ¿Qué sigue?
Podemos aprender mucho de Beirut, Iraq y Colombia. A menudo, cuando los malosos se aburren de desaparecer, torturar, decapitar y acribillar, comienzan los bombazos y los ataques espectaculares. Al principio los objetivos iniciales son instalaciones y patrullas del Ejército. Pero eventualmente las bombas se usan para intentar asegurar la ingobernabilidad. Se atacan instalaciones eléctricas, se vuelan puentes y bombas de agua, se intenta deshacer edificios y monumentos icono. Finalmente se pasa a aterrorizar a la población civil masacrando gente en cafés, mercados, bodas, cumpleaños y hasta funerales.Luego entonces, una vez iniciada la guerra, ¿cómo prevenir, combatir y evitar una espiral continua de violencia? Hay que recordar por lo menos tres reglas esenciales de otras guerras a muerte, no hay manera de ganar sin legitimidad, eficacia y consistencia...
Si la mayor parte del país, especialmente los habitantes de los lugares más aterrorizados, no consideran legítima la acción del gobierno no hay manera de ganar la batalla. En una guerra de verdad, donde está en juego la existencia misma del Estado, se vale mucho. Aunque le dé apoplejía a la Comisión de Derechos Humanos, se pueden usar bazucas, tanquetas, metralletas, emboscadas y artimañas siempre y cuando el sentimiento generalizado sea: 'ta bien se la buscaron, se la merecían. Este tipo de apoyo tiende a crecer después de que explota una bomba, cae un avión, o de que matan a un político popular.
Pero cuidado, el apoyo a la mano dura puede ser efímero, inclusive puede volverse inexistente. Hay muchos lugares donde el narco es la única fuente de frijoles, empleo, justicia y sueños. Si la población, por temor o conveniencia, decide apoyar al narco más que al policía, soldado, juez o presidente municipal... aguas. ¿Por qué pudiera llegar a ocurrir esto? Pues en gran parte del país ha habido una sequía, durante décadas, en términos de empleo, salario, educación y justicia. Habría que recordar que, según el magistrado que preside el tribunal superior agrario, los narcos controlan la tercera parte de las tierras cultivables del país. Entre más islitas donde se perciba que el gobierno y sus representantes son los más malos, más difícil será encontrar y erradicar a los malosos. En la medida en que se acumulen muertos y no se vean resultados, en la medida en que más y más muertos sean civiles, y en la medida en que se perciba que el gobierno mata o desaparece sin razón... pues la batalla entera se puede volver ilegítima.
Y es por esto que la segunda regla esencial es ser eficaz. Hay que entender claramente a quién exactamente hay que combatir y eliminar en este momento. Aun en plena guerra, no se debe ser represor de manera aleatoria. Es mucho más eficaz atacar a un gran financiero o desarrollador inmobiliario, alguien que actúa como lavadora, que a un campesino más que planta marihuana para no morirse de hambre. Es mejor colgar en el Zócalo a corrupto juez y vival abogado que exhibir a una mula más que intentaba cargar un kilo o dos para sobrellevarla. En los pueblos se sabe quiénes son sicópatas violentos y quiénes proveen empleo, dinero y futuro. No hay que dar palos de ciego. Es labor de inteligencia, no de fuerza bruta. Para acotar al narco hay que restablecer el legítimo monopolio gubernamental sobre la violencia. Hay que retomar los instrumentos del Estado, los mandos del Ejército y policiacos, de la impartición de justicia. Primero hay que eliminar a grandes empresarios y políticos que se benefician y cobijan con el dinero del narco. A la vez hay que desaparecer a quien decapita, asesina autoridades y amenaza al Estado.
Finalmente hay que ser consistentes. Igual que la guerrilla, el narco no tiene que ganar una sola batalla, mucho menos la guerra. Lo único que tiene que lograr es sobrevivir mientras el gobierno se cansa o se desgasta. Retomar un pueblo o una ciudad para luego abandonarlo a su suerte sin reconstruir eficaz gobierno local es error mayor. Significa que al salir tropa hay oportunidad de castigar al que ayudó a combatir al narco. Y a la larga, cualquier Estado que no logra proteger a los suyos, a sus aliados, acaba siendo abandonado aun por sus propios simpatizantes.
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