martes, 15 de mayo de 2007

GUERRA PERDIDA




Reforma, 14 de mayo de 2007

Militarización excesiva
Rafael Ruiz Harrell

Hace tiempo ya que lo hemos venido advirtiendo: los reiterados fracasos contra el narco y la falta de una estrategia eficaz para combatirlo, ha venido acelerando la entrega del gobierno a las fuerzas militares. Hoy la dependencia es casi absoluta y terminará por serlo en definitiva cuando quede constituido cabalmente el Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal. El nuevo cuerpo, siempre bajo el mando directo del Presidente de la República, estará integrado por militares y deberá apoyar al gobierno federal y a los locales contra actos de perturbación a la paz social y en la lucha en contra del crimen organizado.

Entregarle sin limitaciones a las fuerzas castrenses los recursos de una administración civil, es un acto descabellado que implica dos confesiones. La primera es que ya no se sabe qué hacer con las policías para controlar el crimen organizado. La segunda es que se le pasa el problema al ejército como una papa caliente en la dudosa esperanza de que las fuerzas armadas descubran o inventen qué hacer. O sea: ineficacia y desesperación.

En sus orígenes se pretendía abatir el crimen y demostrar que el gobierno calderonista conservaba el control de los factores sociales, pero pronto fueron tantos los ejecutados de las manera más crueles y públicamente impactantes que empezó a sospecharse lo contrario. No: Calderón no estaba ganando la guerra, sino la estaba perdiendo y de la manera más vergonzosa. Acudió, pues, a la estrategia que había fijado semanas antes de rendir su protesta: darle al ejército su apoyo público e irrestricto a cambio de que ellos se comprometieran a meter al orden al narco. Sólo que había un problema mal calculado: la primera parte del pacto podía cumplirse, la segunda no.

CONSECUENCIAS

Se admite ya que el poder de fuego del crimen organizado es superior al del ejército. La razón no puede ser más simple: el crédito que tiene el crimen organizado en las subastas clandestinas de armas es notoriamente superior al que tienen los ejércitos de países como el nuestro. Además ¿de qué sirve mantenerlos abastecidos si a la menor oportunidad venden la munición y las armas?

Hay quienes afirman que crear un cuerpo de élite que esté exclusivamente a las órdenes del Presidente, pude superar estos problemas, pero la práctica muestra que no es así. Los cuerpos privilegiados, que dependen tan sólo del general en jefe, son los que más fácilmente se corrompen y los que con más rapidez acaban por estar ineptos para la guerra. Por lo demás son los que más privilegios y prebendas exigen y los que más caro venden su lealtad. En suma: con la creación del Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal lo más probable es que Calderón encuentre problemas que soluciones.

Por lo demás puede preverse qué sucederá: el nuevo cuerpo de élite tendrá uno o dos enfrentamientos con las fuerzas del narco, detendrá a uno o dos capos, se hablará de cuatro o cinco detenidos y de media docena de muertos y después pasarán varios meses sin ninguna novedad.

IMPORTANCIA

Tal vez sea necesario decir algo que la propaganda oficial infla y exagera deliberadamente: el narcotráfico y la mayor parte de las manifestaciones delictivas del crimen organizado, no inquietan tanto a la gente común y corriente como ha dado en suponerse. En las encuestas que se hacen para determinar qué tan grave considera la gente el narcotráfico, suele obtener entre 63 y 66 puntos, pero nunca supera los 70. A quien inquieta de manera desmedida -sobre todo si está bajo la presión de EU- es a los gobiernos que no controlan sus remesas. A los ciudadanos no.

Quiero decir con esto que la importancia del narco y del crimen organizado es sobre todo política, pero no delictiva. Sirve para que un gobierno débil y de escasa legitimidad se conserve temblorosamente en el poder, pero nada más. Si quisiera en verdad derrotar al narco necesitaría contar con el concurso de la gente. Le sería más útil que el de las fuerzas armadas porque esas luchas, como casi todas las de nuestros días, no son decididas por la fuerza o por el poder de tiro, sino por los recursos económicos. Es sólo en los niveles más elementales -rescatar un embarque, asegurar un envío-, donde importan las armas, en los más elevados importa la tecnología, la velocidad para transmitir recursos, la oportunidad con que se recibe información.

No es a balazos como se va a controlar el narco, así que la participación del ejército es de muy secundaria importancia.

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