18 de noviembre de 2008
Opinión Análisis
Ortega: la izquierda paraestatal
Álvaro Delgado
MÉXICO, D.F., 17 de noviembre (apro).- No pasará mucho tiempo para que se conozca públicamente que, en algún escondrijo, se celebró una reunión o varias de ellas entre el nuevo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y Jesús Ortega, quien encabeza el Partido de la Revolución Democrática (PRD) después de que un puñado de jueces legitimó toda suerte de trampas en su elección.
En eso no hay sorpresas: Ni en la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que también en el caso de Felipe Calderón impuso su criterio de convalidar la suciedad, ni en las reuniones subrepticias a las que son tan afectos los miembros de Nueva Izquierda, la corriente perredista que encabeza Ortega.
Porque, en efecto, justo el día en que murió Juan Camilo Mouriño, el martes 4, estaba prevista en su agenda una reunión con Ortega y el exdiputado federal Jorge Martínez Ramos --un empresario de estacionamientos y primo del vicepresidente ejecutivo de Televisa, Bernardo Gómez--, una plática cuyos objetivos son tan oscuros como la propia cita.
Lo de menos era si Ortega tenía la representación partidaria, que formalmente consiguió una semana después de esa cita, el miércoles 12, mediante un fallo por unanimidad del TEPJF, porque es costumbre de esa corriente reunirse, en secreto, como sucedería con Mouriño, como ocurrió en otras -muchas-- ocasiones con miembros del gobierno que juzgan espurio.
Al menos eso es lo que Ortega afirma: "He dicho y lo sostengo, que Calderón es un presidente ilegítimo y que esa ilegitimidad no se quita como si se quitara una mancha en la camisa. Calderón es y será ilegitimo por los siglos de los siglos."
Pero resulta que, así como Ortega lo pretendía con Mouriño --y seguramente lo materializará con Gómez Mont, de lo que sin duda se sabrá--, otro prominente miembro de Nueva Izquierda, Carlos Navarrete, se entrevistó en secreto con Francisco Ramírez Acuña, el primer secretario de Gobernación de Calderón, el "ilegítimo por los siglos de los siglos".
La reunión entre el coordinador del grupo parlamentario del PRD en el Senado y Ramírez Acuña se celebró, el 19 de febrero de 2007
-dos meses y medio después de la toma de posesión de Calderón--, en el Champs Elysses, un restaurante de postín. ¡Faltaba más!
Obviamente Navarrete jamás informó nada al respecto, secreta la reunión, pero sobre todo lo en ella tratado, como ahora tampoco ha informado nada Ortega sobre el encuentro que sostendría con Mouriño para tratar quién sabe qué.
Guadalupe Acosta Naranjo, quien tras la sucia elección interna asumió la gerencia del PRD, actuó con más abyección que el propio Germán Martínez, que ya es mucho decir, en el proceso de discusión de la reforma petrolera, cuya privatización no fue conjurada, aunque eso quiso hacer creer en la izquierda paraestatal.
Esa es la reputación de los Chuchos: La transa a hurtadillas, el trinquete oculto, el cochupo como mecanismo de poder.
Por eso, una vez que el TEPJF legitimó el fraude de Ortega --y que mañosamente administró dando a conocer, primero, el fallo sobre los spots del Consejo Coordinador Empresarial (CCE)--, proliferan las expresiones de repudio al PRD, no sólo de militantes identificados con la corriente que encabeza Alejandro Encinas, sino de ciudadanos ajenos a los partidos políticos pero con convicción liberal o de izquierda, o solamente hartos de panistas y priistas.
Si, como se prevé, Encinas acepta la secretaría general del PRD, que asumirá alguien que no será él, será cómplice del colaboracionismo que practican los Chuchos, aun cuando aduzcan que no aceptar sería escriturarles ese partido.
Andrés Manuel López Obrador enfrenta la misma encrucijada: O rompe, de tajo, con los Chuchos, o incurre en la simulación que tanto detesta.
Y, claro, no hay que olvidar a Ortega: "He dicho y lo sostengo, que Calderón es un presidente ilegítimo y que esa ilegitimidad no se quita como si se quitara una mancha en la camisa. Calderón es y será ilegitimo por los siglos de los siglos."
Apuntes
El científico Juan Carlos Ramírez García informa que el 6 y el 7 de noviembre asistió, en la ciudad de México, al Congreso Nacional para la Federalización de la Ciencia y Tecnología, al que acudieron científicos de varios estados del país y algunos diputados de congresos estatales. Dice que en una de las mesas de discusión estuvo el diputado panista Antonio Remes Ojeda, de Veracruz, quien se definió como amigo de Juan Camilo Mouriño y lamentó estar en ese congreso en lugar de hacer un duelo nacional por la muerte del exsecretario de Gobernación. Añade el científico Ramírez García: "Y en su exposición solicitó un aplauso para 'el mártir' Juan Camilo Mouriño a la audiencia de aproximadamente 500 científicos, (porque añadió) que debería ser ejemplo por su lucha patriótica, no habiendo respuesta a su solicitud". Y pregunta: "Siendo una figura pública y representante del gobierno panista, ¿no debería aclarar por qué calificó de mártir a Mouriño?". Pues sí, pero el gobierno de Calderón jamás reconocerá --porque ni para eso hay grandeza-- que se trató de un acto criminal. Ni Calderón ni sus secuaces --incluido el Mouriño antes de muerto-- son capaces de asumir con hombría que, por ejemplo, usaron todo el poder gubernamental para aplastar a sus enemigos al interior del PAN. Y los que son capaces de hacer fraude dentro de la organización a la que pertenecen, son obviamente capaces de hacerlo fuera...
Opinión Análisis
Ortega: la izquierda paraestatal
Álvaro Delgado
MÉXICO, D.F., 17 de noviembre (apro).- No pasará mucho tiempo para que se conozca públicamente que, en algún escondrijo, se celebró una reunión o varias de ellas entre el nuevo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y Jesús Ortega, quien encabeza el Partido de la Revolución Democrática (PRD) después de que un puñado de jueces legitimó toda suerte de trampas en su elección.
En eso no hay sorpresas: Ni en la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que también en el caso de Felipe Calderón impuso su criterio de convalidar la suciedad, ni en las reuniones subrepticias a las que son tan afectos los miembros de Nueva Izquierda, la corriente perredista que encabeza Ortega.
Porque, en efecto, justo el día en que murió Juan Camilo Mouriño, el martes 4, estaba prevista en su agenda una reunión con Ortega y el exdiputado federal Jorge Martínez Ramos --un empresario de estacionamientos y primo del vicepresidente ejecutivo de Televisa, Bernardo Gómez--, una plática cuyos objetivos son tan oscuros como la propia cita.
Lo de menos era si Ortega tenía la representación partidaria, que formalmente consiguió una semana después de esa cita, el miércoles 12, mediante un fallo por unanimidad del TEPJF, porque es costumbre de esa corriente reunirse, en secreto, como sucedería con Mouriño, como ocurrió en otras -muchas-- ocasiones con miembros del gobierno que juzgan espurio.
Al menos eso es lo que Ortega afirma: "He dicho y lo sostengo, que Calderón es un presidente ilegítimo y que esa ilegitimidad no se quita como si se quitara una mancha en la camisa. Calderón es y será ilegitimo por los siglos de los siglos."
Pero resulta que, así como Ortega lo pretendía con Mouriño --y seguramente lo materializará con Gómez Mont, de lo que sin duda se sabrá--, otro prominente miembro de Nueva Izquierda, Carlos Navarrete, se entrevistó en secreto con Francisco Ramírez Acuña, el primer secretario de Gobernación de Calderón, el "ilegítimo por los siglos de los siglos".
La reunión entre el coordinador del grupo parlamentario del PRD en el Senado y Ramírez Acuña se celebró, el 19 de febrero de 2007
-dos meses y medio después de la toma de posesión de Calderón--, en el Champs Elysses, un restaurante de postín. ¡Faltaba más!
Obviamente Navarrete jamás informó nada al respecto, secreta la reunión, pero sobre todo lo en ella tratado, como ahora tampoco ha informado nada Ortega sobre el encuentro que sostendría con Mouriño para tratar quién sabe qué.
Guadalupe Acosta Naranjo, quien tras la sucia elección interna asumió la gerencia del PRD, actuó con más abyección que el propio Germán Martínez, que ya es mucho decir, en el proceso de discusión de la reforma petrolera, cuya privatización no fue conjurada, aunque eso quiso hacer creer en la izquierda paraestatal.
Esa es la reputación de los Chuchos: La transa a hurtadillas, el trinquete oculto, el cochupo como mecanismo de poder.
Por eso, una vez que el TEPJF legitimó el fraude de Ortega --y que mañosamente administró dando a conocer, primero, el fallo sobre los spots del Consejo Coordinador Empresarial (CCE)--, proliferan las expresiones de repudio al PRD, no sólo de militantes identificados con la corriente que encabeza Alejandro Encinas, sino de ciudadanos ajenos a los partidos políticos pero con convicción liberal o de izquierda, o solamente hartos de panistas y priistas.
Si, como se prevé, Encinas acepta la secretaría general del PRD, que asumirá alguien que no será él, será cómplice del colaboracionismo que practican los Chuchos, aun cuando aduzcan que no aceptar sería escriturarles ese partido.
Andrés Manuel López Obrador enfrenta la misma encrucijada: O rompe, de tajo, con los Chuchos, o incurre en la simulación que tanto detesta.
Y, claro, no hay que olvidar a Ortega: "He dicho y lo sostengo, que Calderón es un presidente ilegítimo y que esa ilegitimidad no se quita como si se quitara una mancha en la camisa. Calderón es y será ilegitimo por los siglos de los siglos."
Apuntes
El científico Juan Carlos Ramírez García informa que el 6 y el 7 de noviembre asistió, en la ciudad de México, al Congreso Nacional para la Federalización de la Ciencia y Tecnología, al que acudieron científicos de varios estados del país y algunos diputados de congresos estatales. Dice que en una de las mesas de discusión estuvo el diputado panista Antonio Remes Ojeda, de Veracruz, quien se definió como amigo de Juan Camilo Mouriño y lamentó estar en ese congreso en lugar de hacer un duelo nacional por la muerte del exsecretario de Gobernación. Añade el científico Ramírez García: "Y en su exposición solicitó un aplauso para 'el mártir' Juan Camilo Mouriño a la audiencia de aproximadamente 500 científicos, (porque añadió) que debería ser ejemplo por su lucha patriótica, no habiendo respuesta a su solicitud". Y pregunta: "Siendo una figura pública y representante del gobierno panista, ¿no debería aclarar por qué calificó de mártir a Mouriño?". Pues sí, pero el gobierno de Calderón jamás reconocerá --porque ni para eso hay grandeza-- que se trató de un acto criminal. Ni Calderón ni sus secuaces --incluido el Mouriño antes de muerto-- son capaces de asumir con hombría que, por ejemplo, usaron todo el poder gubernamental para aplastar a sus enemigos al interior del PAN. Y los que son capaces de hacer fraude dentro de la organización a la que pertenecen, son obviamente capaces de hacerlo fuera...
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