Calderón: bonito discurso… ¿y?
Juan Pablo Becerra Acosta
El viernes pasado, reunido con quienes supuestamente son los 300 líderes más importantes del país (según una revista), Felipe Calderón hizo una introspección que bien podría ser tomada como una confesión hecha a nombre de la usualmente ineficaz aristocracia política nacional. Les decía el Presidente a esos supuestos adalides que actuaran (él incluido) como lo que se ufanan de ser: "líderes". Líderes que, por los privilegios de los cuales gozan en un país "quebrado por el dolor de la injusticia y la desigualdad", deben hacer algo para que México supere "la mediocridad que (le) hemos aportado todos".
El panista fue más allá: llamó a esa "minoría selecta" –de la que forma parte– a no quedarse "como la oruga docta que pontifica y se sube a su torre de marfil", un parnaso político, empresarial y mediático que, invariablemente, queda convertido en… "pedestal de imbéciles".
Vistosa retórica. Pero, en diez meses, ¿él qué ha hecho –palpablemente– para erigirse ya en líder exento de esa intrascendencia y estolidez que fustiga? Vamos a ver lo que opina la gente en sus casas, según las encuestas más recientes, las de MILENIO (María de las Heras) y El Universal (Ipsos-Bimsa):
Suelen promocionar los gobernantes sus calificaciones o grados de aceptación en las encuestas (lo cual repiten los medios electrónicos), pero nunca hablan los políticos (y menos los locutores) de la letra chiquita: sí, 64% de los mexicanos aprueba el trabajo que está haciendo el Presidente, pero… sólo 9% de esta aprobación es dura. Es decir, de gente que "lo aprueba mucho". La aprobación blanda (quienes lo aprueban algo) y la volátil (los que simplemente "se inclinan" a aprobarlo) es de… 55%. Por eso, como si se tratara de "calificaciones escolares" (del 1 al 10), el mandatario apenas obtiene un mediocre 6.6 en su boleta.
¿Por qué? La gente no percibe en su vida diaria una mejoría en los temas que realmente le afectan: Calderón está reprobado en la mejora del poder de compra, del nivel salarial, de la economía familiar, así como en la disminución de la pobreza, en el combate a la delincuencia (a pesar de la guerra que declaró al crimen organizado), y lo peor, ya que era el sustento de su campaña, en la generación de empleos. En ninguno de estos rubros rebasa 44% de satisfacción ciudadana y sí se lleva varios veintes por ciento. De ahí que sólo cuatro de cada diez mexicanos le crean cuando perora.
Por eso: bonito discurso… ¿y?
COMENTARIO
Este discurso de bonito no tiene nada. Es un discurso APANTALLAPENDEJOS ¿verdad Cirito Gomez Leyva y Jorgito Fernández Melendez?
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