domingo, 17 de junio de 2007

¡COMO EN IRAQ!

Reforma, 11 de junio de 2007


Como en otro lado
Rafael Ruiz Harrell


No sé bien a dónde sea, pero aquí no me parece. Tal vez sea en otro lado, en alguna otra ciudad, pero aquí no pasa nada. Aquí sólo se escuchan como vagos rumores que no siempre es fácil precisar. ¿De seguro fue aquí, en Guerrero? Porque también andan con el cuento que fue en Nuevo León y después el relato se enreda con lo de los encajuelados, y luego con que también había torturados y en la tarde encontraron unos encobijados y luego aparecieron otros en medio de la basura, allá por Taxco. Total, que no siquiera las cuentas se tiene seguras: unos dicen que eran 21, otros que era 23, pero todos están de acuerdo en que ni ha habido en mucho tiempo una semana más violenta. Y lo curioso, lo verdaderamente curioso, es que les importa un reverendo cacahuate que sean 21, o 26 o 31. Porque -y esto es lo curioso-, es como si no fueran de aquí, es como si esos muertos fueran de otro lado y aquí nadie los mató, nada más aparecieron porque sí, pero no tienen nada que ver con nosotros, son de otra guerra.

Déjeme aclarar. Si en un Estado hay orden, la gente no se muere así nada más. Si se muere es porque alguien la mató y es deber del gobierno saber quién fue, y detenerlo y llevarlo a prisión y ver que no pasen esas cosas. Aquí en cambio ya está todo chueco. Hay muertos que importan y muertos que no importan, o que si acaso les importan a sus familiares. Mire: ponga usted que en la noche, en cualquier parte de la República, le dejan ir una ráfaga a una camioneta y hay cuatro muertos. Y luego llegan los militares, y los policías, y se arma el borlote, y descubren que uno era subteniente, o director de algo de las drogas y ya está todo listo: hay un muerto. Los demás no cuentan. Y si en lugar de ser policías, o militares, o judiciales eran algunos gatilleros que andaban en la bola, pues ya ni para nombre le alcanza. Eran de los muertos en que nadie se fija. Se los cuenta por montón. Aparecieron cuatro en las laderas de las Ajusco. Hubo otros ocho allá por el por muladar.Pero lo impresionante es que esos muertos no son de nadie. No le tocan a nadie. Nadie se hace responsable de lo que les pasó. Nadie tiene que averiguar. A las autoridades como que les da igual que se maten, totales, no son de sus hombres, son de las bandas de barcos enemigos y si andan descabezándolos para dejar rodando las cabezas decapitadas por los restaurantitos de Michoacán o Sinaloa ¿Quién se va a preocupar poco ni mucho?

CONSECUENCIAS
Sólo que ¿cómo está eso de que en un país, de pronto, así nomás, hay 21 o 23 muertos en un día y el gobierno lo dice con la misma calma con que diría que está lloviendo y no hay nadie responsable? ¿Cómo que se matan se mutilan, se torturan, de balean veinte personas sin que a nadie le importe nada? Digo: ¿qué importa quiénes sean, qué hagan, si sea lícito o no lo que están haciendo, es lecho es que nadie puede matarlas por que, sí, sean barcos o policías o transportistas, o consumidores o lo que sean? Sean lo que sean, el gobierno no puede dejar que los maten así. Aunque sean gángster y asesinos el deber del gobierno es evitar que les quiten la vida. Sólo el gobierno puede usar la fuerza y el poder si queremos un estado de derecho y ordenado. Dejar que maten a cualquiera es abrirle la puerta al caos.

¿A qué estamos llegando? ¿A la mentalidad militar en donde el "enemigo", el narco, está sujeto a todas las crueldades de la guerra precisamente porque es el enemigo y debe ser destruido sin compasión? ¿Esta es la "mano dura" que está defendiendo Felipe Calderón porque ahora teme que le coman en mandado?

El hecho es doloroso de simple: por ahí no va. Ese no es el camino. Dividir la guerra en buenos y malos y creer que puede ganársela condenando a los segundos a todas las atrocidades imaginarias es apagar parte importante de la luz humana y contentarse con la crueldad y la barbarie como medio de control. Es absurdo y tonto creer que un país moderno puede gobernarse a golpes o con bayonetas. Es claro que tiene que haber límites y leyes y fronteras, pero si es lo único que hay, no lograremos que nada avance. Guardemos a los muertos, a todos los muertos, y tratemos de entendernos. No podemos seguir levantando cosechas fúnebres los días todos días. El camino de México no está en la represión: aunque le cueste, Felipe Calderón tienen que cambiar de rumbo. Así no sirve

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