miércoles, 13 de agosto de 2008

DEL MAESTRO SEGOVIA

Reforma, viernes 08 de agosto de 2008

Las nubes se acumulan
Rafael Segovia

Se sigue, más bien se alude, a las próximas elecciones, a las de 2009. Peña Nieto siente que se están metiendo -Marcelo Ebrad- en un terrero que considera suyo. Está convencido de que el único con capacidad para heredar el puesto es él, precisamente el puesto, no el cargo. Ya ha empezado cuanto está a su alcance: hace obras, no está seguro de si son necesarias, pero las inaugura todos los días, al menos en los periódicos, anda tras Calderón, corteja a los hombres del PRI y de los otros partidos y a los empresarios, sobre todo a los extranjeros. Le indigna que le ganen en publicidad y en popularidad. Nadie mejor vestido ni más relamido que él: no lleva un pelo fuera de su bien ordenada cabellera, ni una mancha en un zapato, parece un figurín. Con eso cree que se ganan las elecciones.

Pero no. Así no se gana. El público, el electorado, por distraído e indiferente que ande, sabe intuitivamente con quién está. Quién promete y quién está por encima de sus promesas. El señor Calderón se antoja desganado, cansado antes de moverse. Vemos, ahora, a diario su fotografía en la prensa. Un hombre de página 7, fotografiado con unos desconocidos, empresarios de segunda, inaugurando una vulcanizadora. Pero por los tiempos que corren, en estos momentos sabe el peligro que se cierne sobre él. La mitad de su régimen toca a su fin: no se distingue de los regímenes anteriores en nada. De su programa de reformas, la más importante ha sido liquidar las pensiones del ISSSTE, con lo cual han quedado en una situación imposible los antiguos burócratas y no se ha arreglado lo de las deudas y los préstamos. Con lo cual, ya sabemos que los burócratas del rank and file no van a votar por el PAN, lo que no cambia nada.

El señor Carstens no ha informado de sus medidas tomadas para acabar la escandalosa distribución de la riqueza, que trae loco al señor Germán Larrea, dueño de la mina de cobre símbolo de la Revolución con su huelga, que algo tiene de la de ahora que, de acuerdo con su parecer, está llevando al país al desastre, sin que sus análisis hayan tenido el menor efecto sobre el PAN.

Debería la Secretaría de Energía emprender una campaña de ahorro y buscar un método más económico de anunciarnos esa decisión, que no sea publicar páginas enteras en defensa de su política. Hacer trampas con las encuestas es un método político tan viejo como prometer desde una tribuna. Se dice que el cincuenta y tantos por ciento de la población está a favor de la reforma planteada por el señor Calderón. Pero no se sabe el cincuenta y tantos por ciento de qué, ni el tamaño de la muestra, ni dónde se levantó, ni se muestra una línea del cuestionario. De la misma manera que los señores encuestadores se divirtieron con ganas con la encuesta ciudadana, deben permitir al público divertirse con sus encuestas, coincidentes en todo con el deseo de Los Pinos, que para eso pagan. No hablemos de su bombardeo mediático por radio y televisión.

Algo dice que la decisión está tomada. No sabemos cómo los senadores van a votar individualmente, pero ya hay el convencimiento, que debidamente adobada, o más bien maquillada, la propuesta pasa. La opinión pública no cuenta, el interés nacional está expresado por la decisión de Los Pinos, que para nada se preocupa de lo que la calle piensa. En este país jamás han gobernado las masas. Eso que llaman la gente está para obedecer; si se le ha conocido el voto, es porque la democracia está de moda, de ninguna manera quiere decir que las masas, que la multitud, vayan a gobernar, ni a ser escuchadas.

Hoy más que nunca los partidos son evanescentes. Son indispensables, porque hay que presentarse ante los otros países como una unidad, como un deseo claro de ocupar un lugar en el mundo de todos los habitantes de la nación, todo a través de sus senadores y diputados, si dejamos de lado a unos cuantos díscolos, empeñados en oponerse a los que saben como la señora Georgina Kessel. Esta manifestación de unidad se verá dentro de poco en el Senado, donde el PAN, el PRI, y hasta el ahora humilde PRD manifestarán el deseo nacional de ver a los privados manejando Pemex. Si el año que viene la gente transformada en electores vota en contra de los representantes de la nación -o no vota por nadie- es un problema del sistema político, que a fuerza de decirlo se ha supuesto democrático a pesar de cuanto ocurre ante sus ojos.

No se dice nunca la verdad, aunque ésta sea obvia. Cuando la prensa extranjera se apodera de un tema, los que tienen un cargo empiezan a decir su verdad, por ahora ésta se limita a los funcionarios corruptos porque se empezaban a jugar con los cargos públicos. La Secretaría de la Reforma Agraria, auténtico pozo negro, ha tenido que cesar, que se sepa, a tres funcionarios. La Lotería Nacional está acusada de estar cerca del narcotráfico, et sic de coeteris. No se dice ni media palabra del PAN ni de su ilustre presidente, se anuncian ceses en cadena en la Secretaría de Seguridad y cuatro de los cinco subsecretarios, que serán nombrados por el nombrado Presidente. Dios se la depare buena.

Estos nombramientos no van a ser nada fáciles pues se van a hacer contra los raptos. Hay una indignación general, a veces bastante hipócrita, llena de espíritu de clase, aunque casi siempre la indignación viene de una rabia mal contenida, de un dolor casi inexpresable, como en este último caso. Si la muerte de un hijo es intolerable, su asesinato está por encima de la imaginación.

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